Los dietistas aconsejan comer 3 o 4 raciones de pescado por semana. El motivo es que las propiedades nutricionales de este comestible son esenciales para nuestro cuerpo. Entre esos beneficios, da grasas saludables como el omega tres, que es esencial para el cerebro y la retina.
El pescado asimismo ayuda a resguardar el corazón y el sistema circulatorio, fuente de vitaminas A, D, E B1, B2, B3, B12 y minerales como calcio, fósforo, hierro, potasio, sodio, selenio, magnesio y yodo. Mas ahí no queda todo: tiene efectos antinflamatorios y favorece el tono y el desarrollo muscular.
No obstante, si bien a priori se trata de un comestible muy ventajoso para el organismo, hay determinadas especies que pueden comprometer nuestra salud. El mercurio, un metal pesado muy contaminante, es el responsable.
Ese elemento llega al mar y contamina (si bien no siempre y en toda circunstancia en exactamente la misma proporción) a los peces. Su cantidad de mercurio va a depender de la cadena trófica, o lo que es exactamente lo mismo, la cadena alimenticia.
Conforme apunta la OMS (OMS), la primordial vía de exposición humana al mercurio es el consumo de pescado y marisco polucionado.
Su ingesta, aún en pequeñas cantidades, puede ocasionar graves problemas médicos y, sobre todo, en ciertos conjuntos de la población:
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Embarazadas.
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Lactantes.
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En las primeras etapas de la vida.
Y esto es exactamente lo que ha alertado la Agencia De España de Seguridad Alimenticia y Alimentación (AESAN).
Mercurio: ¿de qué manera afecta a nuestra salud?
La ingesta usual de ciertos pescados con alto contenido en mercurio puede ocasionar problemas médicos. Nuestro organismo suprime los metales muy despacio y los amontona en el cerebro, el hígado y el riñón, lo que puede dañarlos.
«La primordial consecuencia sanitaria del metilmercurio es la perturbación del desarrollo neurológico. Por esta razón, la exposición a esta substancia a lo largo de la etapa fetal puede afectar después al pensamiento cognitivo, la memoria, la capacidad de concentración, el lenguaje y las destrezas motoras y espacio-visuales finas del pequeño», explica la OMS.
El mercurio existe en múltiples formas.
El metilmercurio es capaz de penetrar en el cuerpo humano por vía alimenticia. No obstante, si bien las gestantes y los pequeños son los más frágiles a este elemento, si se consume en grandes cantidades puede generar cambios neurológicos en los adultos, como se desprende de una investigación publicado en el Journal of Molecular Neuroscience.
“Para pequeños de edades comprendidas entre 1 y nueve años, mujeres embarazadas o que puedan llegar a estarlo, los beneficios de consumo de pescado y marisco deberían lograrse aumentando el consumo de especies bajas en metilmercurio”, señala la Agencia De España de Seguridad Alimenticia y Alimentación.
Pescados no recomendados para menores de diez años
La población frágil debe eludir el consumo de 4 especies identificadas con un alto contenido en mercurio, como recoge la AESAN:
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Pez espada.
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Emperador.
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Atún colorado.
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Lucio.
En el caso de la población por norma general, el organismo aconseja un consumo máximo de una porción a la semana. Los pequeños y adolescentes entre diez y catorce años deben limitar su consumo a unos ciento veinte gramos al mes.
¿Qué pescados tienen bajo contenido en mercurio?
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Anchoa.
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Bacalao.
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Chipirón.
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Pulpo.
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Merluza.
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Bacaladilla.
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Lubina.
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Lenguado.
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Salmón.
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Sardina.
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Boquerón.
La Autoridad Europea de Seguridad Alimenticia hace hincapié en que el consumo frecuente de pescado a lo largo del embarazo tiene esenciales beneficios en el desarrollo neurológico en pequeños. En los adultos está muy relacionado con el menor peligro de mortalidad por enfermedades cardiovasculares, ya que resguarda el corazón.