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viernes 29 septiembre 2023
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División en el BCE: ciertos consejeros desearon subir las clases solo en cero con veinticinco puntos

El Banco Central Europeo (BCE) sorprendió a fines de julio con una subida de los modelos de interés para combatir la espiral inflacionista de cero con cinco puntos, esto es, el doble de lo que había adelantado en su asamblea de junio. Mas la resolución no estuvo exenta de discusión interna. Si bien la medida fue apoyada por un «número muy grande» de participantes, «ciertos miembros» de su consejo de gobierno apostaron por ajustarse al levanta de cero con veinticinco puntos que el propio organismo había adelantado unas semanas ya antes, conforme se ha desvelado este jueves con la publicación de las actas de la asamblea.

La presidente del banco central del euro, Christine Lagarde, lo dejó entrever en su comparecencia siguiente al encuentro, al reconocer que el mayor levanta de tipos en más de dos décadas (y primera en once años) había sido adoptada por «acuerdo». O sea, no unánimemente. La publicación de las actas ha tolerado conocer los motivos de esta división. «Con los peligros de recesión avizorando, un incremento de veinticinco puntos básicos era visto como más acorde con una normalización gradual de la política monetaria», recoge el documento con respecto a la situación minoritaria.

La mayor parte de consejeros, no obstante, impuso su criterio de que el BCE «debía probar que estaba preparado y en condiciones de contestar» a una inflación más alta y persistente de lo presagiado en el mes de junio. Una subida de cincuenta puntos básicos, agregaron, «brindaba más claridad» al mercado. Tras una larga discusión, los miembros del consejo «expresaron su predisposición a unirse a un acuerdo» para subir los modelos en medio punto, recogen las actas. O sea, optaron por trasmitir un mensaje de unidad a pesar de sus discrepancias.

Reequilibrio de fuerzas

Tras este discute subyace un tímido cambio en el equilibrio de fuerzas en el consejo de gobierno, que solo el tiempo afirmará si ha sido puntual o más estructural. Desde la llegada a la presidencia de Mario Draghi en dos mil once, los consejeros que defienden una interpretación flexible y extensa del orden del BCE que tenga más en cuenta la coyuntura económica (‘palomas’) han sido mayoritarios en frente de aquellos que abogan por ajustarse a su objetivo de conseguir la estabilidad de costos (‘halcones’). El pasado julio, no obstante, se impusieron las tesis de los segundos en lo referente a las clases.

En lo que sí hubo unanimidad, y unas semanas ya antes parecía poco probable, es en la aprobación del Instrumento para la Protección de la Transmisión (TPI, por sus iniciales en inglés) de la política monetaria, o sea, el mecanismo inusual de compras de deuda para eludir subidas desmandadas de las primas de peligro, pensado en especial para Italia, mas asimismo para España, Grecia y Portugal. Los ‘halcones’ habían expresado renuencias ya antes del encuentro, mas por último lo apoyaron por el hecho de que comprendieron que ha sido desarrollado con las suficientes resguardas para eludir que los Gobiernos desatiendan sus finanzas públicas.

Las actas prueban que los consejeros del BCE estaban más preocupados por la persistencia y extensión de la inflación que por una posible recesión: «Se arguyó que aun una recesión no reduciría necesariamente los peligros en alza (del IPC), singularmente si estaba relacionada con un corte de gas (ruso a Europa) u otro ‘shock’ de suministro que implicase un mayor incremento de la inflación». Asimismo mostraron su preocupación por la caída del euro frente al dólar, un «cambio esencial en el ambiente que implica mayores presiones inflacionistas en la zona euro», ya que las importaciones de materias primas energéticas se pagan en dólares americanos.

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