La Unión Europea impulsa la industria de los semiconductores con una inversión millonaria

El Parlamento Europeo ha aprobado una nueva ley que destinará 3.300 millones de euros para fortalecer la producción de semiconductores en la Unión Europea. Esta inversión tiene como objetivo principal reducir la dependencia de la UE de otros países en este mercado estratégico.

La escasez global de chips, agravada por la pandemia de Covid-19, ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de la Unión Europea en este sector. Actualmente, Europa representa menos del 10% de la producción mundial de semiconductores, una cifra que se espera aumentar al menos al 20% para el año 2030, según lo establecido por la nueva ley.

Un entorno favorable a la inversión y la innovación

Para lograr este ambicioso objetivo, la UE está buscando crear un entorno propicio para las inversiones y brindar un mayor apoyo a las empresas que se dedican a la fabricación de semiconductores. Además, se acelerarán los procedimientos para obtener permisos y se destinarán los 3.300 millones de euros a la investigación y la innovación en este campo.

Con una abrumadora mayoría de votos a favor, el Parlamento Europeo ha dado luz verde a esta legislación, la cual ya ha sido acordada previamente por los legisladores y el Consejo Europeo en abril. Solo falta la aprobación del Consejo para que la ley entre en vigor.

Poderes para la Comisión Europea

La Comisión Europea será la encargada de evaluar los riesgos de este mercado y tendrá la capacidad de tomar medidas de emergencia en caso de que se produzca una nueva escasez de chips en la UE. Estas medidas van desde realizar compras comunes para los Estados miembros hasta dar prioridad al suministro de los productos más afectados.

Con esta nueva legislación, la UE busca fortalecer su posición en el mundo y reducir su dependencia de otros actores para impulsar su autonomía. Los legisladores entienden que mejorar la capacidad de fabricación y suministro de semiconductores dentro de la Unión Europea la hará más resistente ante posibles crisis futuras. La escasez de chips en 2020 no solo aumentó los costos para la industria y los consumidores, sino que también ralentizó la recuperación económica del continente.

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