«Quien sea que gane la elección tendrá que tomar esta Constitución y también incorporarla», advirtió la presidente de la Reunión encargada de escribir la futura Carta Magna chilena, Elisa Loncon. Las palabras de la líder mapuche tuvieron una resonancia que los analistas políticos explican con el resultado de la última encuesta cara la primera vuelta presidencial, del veintiuno de noviembre: el ultraderechista José Antonio Kast, un defensor del dictador Augusto Pinochet que condimenta sus alegatos con pizcas de Donald Trump, Jair Bolsonaro y Vox, se ha consolidado en el primer sitio de las encuestas. Chile podría tener, por tanto, una Constitución progresista, de ser convalidada en una consulta popular, el año venidero y, además de esto, un jefe de Estado situado en las antípodas ideológicas y resuelto a no respetarla. Los usuales constituyentes de derecha carecen de poder de veto en la Reunión, mas ya se mostraron resueltos a apoyar a este letrado de cincuenta y cinco años que recobra los alegatos más atrevidos del ultraderechismo chileno, los de Patria y Libertad, la agrupación que conspiró contra el Gobierno socialista de Salvador Allende (mil novecientos setenta-setenta y tres).
Conforme con la asesora Pulso Ciudadano, un doscientos veintidos por ciento de la población votaría por Kast en 3 semanas. Su candidatura medró 6 puntos con relación a el último sondeo. Por su lado, el joven miembro del Congreso de los Diputados de izquierdas, Gabriel Boric, cayó prácticamente 4 puntos y se instaló en la segunda situación, con ciento setenta y cuatro por ciento de apoyo. Yasna Provoste, la portaestandarte de la centroizquierda, no llega a los diez puntos. El ascenso de Kast explica el sonoro derrumbe de Sebastián Sichel, el hombre que cuenta con la bendición del presidente Sebastián Piñera, quien solo recibe la adhesión del seis con nueve por ciento de los votantes. Una parte de la derecha tradicional olió el descalabro y ya le ha dado la espalda. El miembro del Senado Claudio Alvarado, de la Unión Demócrata Independiente (UDI), el partido creado en los ochenta a imagen y similitud de Pinochet, fue uno de los primeros en sumarse a la cruzada de Kast. Tal y como si hubiesen visto una luz verde: otros legisladores y líderes de ese espacio decidieron asimismo dar el salto y desamparar al conservadurismo histórico.
Señal de alarma
En este contexto, el líder marxista Guillermo Teiller estimó que Apruebo Dignidad y Nuevo Acuerdo Social, las alianzas de Boric y Provoste, respectivamente, deben dar inmediatamente señales de que confluirán en una acción común para frenar a Kast en el ballotage, del diecinueve de diciembre. «Aquella candidatura que pase a la segunda vuelta debiese concitar el apoyo de todo el resto de la oposición. Eso lo subscribimos y lo hicieron todos y cada uno de los partidos y ciertos se pueden arrepentir, mas espero no que suceda por el hecho de que tenemos una responsabilidad muy grande”.
«En estas elecciones el clivaje va a estar entre reafirmar el proceso de cambios que Chile ha venido demandando desde la esperanza, o bien padecer un retroceso déspota y populista que apela al miedo”, afirmó, por su lado, el miembro del Congreso de los Diputados Giorgio Jackson.
Las cartas de Kast
Mientras que, Kast avanza. El espectro del comunismo se ha transformado en un sitio común de la campaña. Asimismo la diatriba contra el inmigrante y el reclamo de un orden fuerte y disciplinador que, mantiene, se ha perdido. El letrado sintoniza con eslóganes repetidos en otras latitudes. En verdad, ha estampado su firma en la «Carta de la villa de Madrid» que promociona Vox y busca conformar un férreo polo ideológico contra una izquierda de un poderío inexistente.
Conforme Andrés Cabrera, columnista del portal El Mostrador, Kast repite un guión que conoce con perfección y que viene de los años setenta: entonces, se trató de «atraer al centro político a las situaciones rupturistas de la derecha y, por último, desequilibrar y deponer al gobierno» de Salvador Allende. «Sabemos que la historia jamás se repite de la misma forma, mas rima”, recalcó Cabrera.
El señalado versista Raúl Zurita lo expresó de otro modo, más dramática: «le tengo terror a Kast y me suicido ya antes que votar por él, con lo que representa, que es todo lo opuesto de lo que creo meditar. Ahora, si medra, esto asimismo es algo real”.