Misiles portátiles y drones de bajo costo protagonizan el «escaparate» armamentístico de la guerra de Ucrania. Su uso ha sido clave a fin de que un ejército con escasos recursos como el ucraniano haya plantado cara a las poderosas fuerzas armadas rusas y condicionará, conforme los especialistas, la estrategia militar de otros países.
Los antitanque estadounidenses Javelin y los británico-suecos NLAW, que con un peso de entre diez y veinticinco kilogramos pueden llevarse al hombro y son capaces de penetrar en los blindajes más modernos, se han revelado como una de las armas definitivas en la guerra de Ucrania, explicó a Efe Nick Reynolds, analista del «think tank» Royal United Services Institute (RUSI).
Los antiaéreos Stinger, asimismo estadounidenses, un dispositivo que puede transportar también un solo soldado, dan a los ucranianos la capacidad de derruir aeroplanos y helicópteros en un rango de unos ocho quilómetros y son otro de los puntos fuertes del arsenal de Kiev, en una gran parte donado o vendido por Occidente.
La capacidad protectora de Ucrania la completan los drones turcos Bayraktar, dispositivos de precisión capaces de observar desde el aire más de veinticuatro horas seguidas y agredir a blindados individuales.
A un coste de menos de un millón de dólares americanos por unidad, en frente de los treinta millones de dólares americanos que puede valer un Predator estadounidense, los Bayraktar, aparatos de unos doce metros de extensión, prometen dar un empujón a la industria turca en el futuro próximo.
El desarrollo de la guerra, en la que el Ejército ucraniano está consiguiendo inmovilizar con armas ligeras el avance de la artillería pesada rusa, «claramente va mudar de qué forma se estructuran las fuerzas militares» en el futuro, resaltó Reynolds.
Armas simples y eficaces
Los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte encaran restricciones en el momento de dar armamento a Kiev. Por una parte, solo se mandan sistemas considerados protectores. Al tiempo, deben elegir armas que los ucranianos ya sepan utilizar o que sean suficientemente simples para ser empleadas con un adiestramiento mínimo.
Ese es uno de los puntos fuertes de los antitanques británicos NLAW, un lanzamisiles «directo» y «potente», con un rango de ataque de 1 quilómetro, mas menos complejo que los Javelin, más «efectivos» y con capacidad para fijar objetivos a cuatro con cinco quilómetros de distancia.
Los antitanque estadounidenses «son suficientemente complejos a fin de que no hubiesen resultado útiles si se hubiesen entregado con poco tiempo de margen», señala Reynolds. Washington, no obstante, había formado ya a una unidad ucraniana que se especializó en su manejo.
Otros conjuntos del Ejército de Ucrania, a pesar de todo, no tienen adiestramiento concreto y no han recibido los Javelin, entre otras muchas armas.
Los países occidentales pueden haber eludido también dar algunos sistemas a Kiev para cerciorarse de que no caen a cargo de Rusia, que podría «diseccionarlos» para entender mejor sus peculiaridades, acrecentar sus defensas e impulsar su desarrollo industrial.
Los fallos estratégicos de Rusia
Pese a la eficiencia de esos sistemas portátiles, «absolutamente nadie debería finalizar que esas armas van a solventar todos y cada uno de los inconvenientes en el campo de batalla», destaca Reynolds, que alarma de que una parte del éxito del ejército ucraniano se debe a los fallos estratégicos que ha cometido el Kremlin.
Las debilidades del despliegue ruso «hacen que las fuerzas blindadas estén mal vistas ahora. Levantan dudas sobre la utilidad de los tanques y los automóviles blindados«, asevera el especialista.
Con todo, es preciso tener cuenta que «se están desplegando de una manera muy pobre». «Su personal semeja estar padeciendo serios problemas de ética, tienen inconvenientes logísticos y no están regulando las operaciones».
«Deben respaldar a los blindados con artillería y con infantería, hacerlo conjuntamente, por el hecho de que de otra manera las formaciones se van a ver acorraladas», añadió Reynolds.
Armamento «sicológico»
Frente al avance más lento de lo previsto de sus columnas de blindados, Rusia puede recurrir a armamento no usual como las bombas termobáricas o aun a armas químicas, un recurso que dañaría eminentemente a la población civil.
«Si lanzan fuego de artillería cara áreas urbanas, la gente puede ocultarse bajo tierra, mas si emplean al tiempo gases como cloro, las personas bajo el suelo se van a ahogar. (…) La población ya no tiene la posibilidad de resguardarse», señala el analista militar.
«Los efectos de encontrarse bajo un ataque de fuego de artillería y químico al tiempo es la percepción de que no hay a dónde ir. Es un procedimiento efectivo para quebrar la voluntad (del contrincante). Esencialmente, es un arma sicológica», añadió.