El duelo por la muerte de la cronista de Al Jazeera, Shirin Abu Akleh, comienza a mutar en saña. Mientras que la profesión periodística llora a miles el homicidio de este icono del oficio, las autoridades reaccionan. Palestina responsabiliza totalmente a Israel por el homicidio de Abu Akleh, conforme el presidente palestino Mahmud Abás. A su vez, la Organización de las Naciones Unidas ha condenado el crimen y ha demandado una investigación independiente. Por su lado, el Ejército israelí se distancia de su versión inicial que culpaba únicamente a palestinos armados.
“Rechazamos la investigación conjunta con las autoridades de ocupación israelís pues cometieron el crimen y por el hecho de que no confiamos en ellos”, ha declarado Abás a lo largo de una liturgia oficial en memoria de la reportera en Ramala. Abás ha prometido llevar el caso a la Corte Penal Internacional. El ministro de Temas Civiles, Husein al Sheij, ha anunciado que la Autoridad Palestina (AP) se niega a dar a Israel «la bala que asesinó a la cronista Shirin» y que realizará una investigación independiente. “Todos los indicadores, las pruebas y los testigos confirman que su asesinato fue hecho por unidades singulares israelís”, ha tuiteado.
A su vez, la ONU no tardó en condenar el ataque y solicitar una «investigación inmediata y pormenorizada y que los responsables rindan cuentas». “Los trabajadores de los medios jamás han de ser atacados”, ha denunciado el mandado a Oriente Próximo, Tor Wennesland. Shireen Abu Akleh vestía un casco y un chaleco antibalas que la identificaba como prensa. La bala que la mató se coló por el único hueco desamparado, su cuello. «Lo que pasó fue un intento deliberado de matarnos; quienquiera que nos disparó apuntó a matar», ha contado su compañera Shatha Hanaysha a The Middle East Eye.
«Ofensiva contra la libertad de prensa»
Desde el primer instante, el equipo de Al Jazeera ha señalado al Ejército israelí. «Fue un francotirador israelí el que nos disparó; no nos vimos atrapados en el fuego cruzado con combatientes palestinos como aseveraba el Ejército israelí», ha aclarado Hanaysha. Conforme la presión internacional medra, Israel ha ido puntualizando su versión de los hechos. Una primera investigación del Ejército israelí ha reconocido que aún no está claro si Abu Akleh fue asesinada por fuego israelí o por disparos palestinos.
Sus descubrimientos iniciales aseveran que la reportera de Al Jazeera se hallaba a ciento cincuenta metros de distancia de las fuerzas militares israelís cuando la mataron. El enorme aliado de Israel, USA, asimismo se ha pronunciado calificando el crimen de «ofensiva contra la libertad de prensa en todas y cada una partes». «Solicitamos una investigación inmediata y pormenorizada y una responsabilidad total», ha tuiteado la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki. Abu Akleh asimismo era ciudadana estadounidense.
Icono del periodismo
“Recuerdo ver a Shirin por T.V. cuando tenía diez años”, recuerda Ehab desde Beirut para este diario. “Al conocer la nueva, nos quedamos en shock; ¿de qué forma puede Israel continuar ejercitando tal violencia sin consecuencias?”, se impropia el joven. Miles y miles de personas han acudido a la liturgia organizada en la sede de la Autoridad Palestina para plañir esta gran pérdida para el pueblo palestino. «Desde siempre y en todo momento, ha sido quién nos ha explicado todo cuanto ocurría en Palestina», reconoce Ehab.
Oriunda de Jerusalén, esta palestina de cincuenta y uno años abandonó la arquitectura para dedicarse a su pasión: el periodismo. Desde mil novecientos noventa y siete, era el semblante de Al Jazeera en los Territorios Palestinos Ocupados. En cualquier hogar de la zona, pueden reconocer su voz ya que llevaba más de dos décadas colándose mediante sus televisiones. Una generación entera de jóvenes mujeres cronistas se inspiraron en el trabajo de Abu Akleh. Por eso, sus colegas coinciden en que a esta tenaz reportera la han matado mas no está muerto.
El homicidio de Abu Akleh es un recordatorio de los riesgos a los que se encaran los cronistas palestinos bajo la ocupación. «Como palestinos y cronistas, nuestra pérdida es inenarrable, mas ahora más que jamás, nuestros trabajos son esenciales», ha protegido su compañera Hanaysha, que la vio caerse en frente de sus ojos. Hanaysha insiste en la necesidad de proseguir haciendo periodismo «para documentar las violaciones de esta ocupación, por nuestros valores periodísticos, por la verdad y por Shirin».