Alejandro Toledo llegó a Perú cabizbajo y con las señales de la derrota dibujadas en el cuerpo. Lo extraditaron de USA tras prácticamente 5 años de gestiones judiciales. El ‘Cholo’, como se lo conocía, va a pasar dieciocho meses en la prisión por orden judicial. Se espera que el expresidente ocupe en las próximas horas una celda en el penal Barbadillo en el distrito de Ate, a unos cuarenta quilómetros de la ciudad de Lima. En esa unidad penitenciaria se pone en escena la debilidad institucional peruana. Toledo no es el primer jefe de Estado que se halla tras sus altas paredes. Allá está su gran oponente hace veintitres años, el autócrata Alberto Fujimori, quien purga una condena de veinticinco años por su responsabilidad en delitos de lesa humanidad. Asimismo ha sido destinado de forma precautoria Pedro Castillo, el último líder escogido de manera democrática y depuesto por el Congreso, el año pasado.
La presencia de 3 autoridades ejecutivas bajo las rejas supone algo más que una anomalía política en ese país. Allá fue además de esto recluido de forma transitoria el expresidente Ollanta Humala, quien aquel dos mil se levantó en armas contra Fujimori cuando era teniente del Ejército.
Un conjunto de participantes de la manifestación en favor del expresidente Toledo se aproximó hasta los exteriores del penal, clamando su inocencia, apenas un pequeño remanente de las multitudes que supo convocar en los tiempos de consensuado liderazgo. Toledo encabezó en el mes de abril de dos mil la lucha contra Fujimori. Aceptó en dos mil uno exhibiendo esos pergaminos. Pronto se diluyeron. Se lo acusa de haber recibido unos treinta y cinco millones de dólares estadounidenses de la constructora brasileira Odebrecht a cambio de favorecerla en la concesión de la carretera Interoceánica.
«Me toca mantener la acusación y demostrar que Alejandro Toledo es culpable», afirmó el fiscal José Domingo Pérez, quien recibió al exmandatario en la sede de la Dirección Nacional de la Policía Aérea (DIPA) del aeropuerto Jorge Chávez. Y añadió: «creo que este es un resultado positivo para la administración de justicia del país con lo que se prueba que el Equipo Singular que lidera el fiscal José Candela Barba siempre y en toda circunstancia ha actuado con orden, con solidez y con mucha responsabilidad».
Repercusiones
El exlíder de Perú Posible se había entregado a la justicia de Norteamérica el pasado viernes tras un largo proceso marcado por evasivas, elusiones, que fueron alén de la argucia de sus abogados para tener ribetes picarescos. «Ojalá la presencia de Toledo frente al tribunal sirva a fin de que se conozcan a cabalidad las prácticas corruptas desde el poder a fin de que se consiga una tarea ejemplificadora que evite estas malas prácticas y una sanción a los responsables que participaron y se favorecieron con estos pagos ilegales”, apuntó el diario ‘La República’ en su editorial del domingo.
«En el Perú se juntan los que engañan con los que desean que les engañen. De esos matrimonios salen hijos ilícitos, que en ocasiones llegan a la presidencia. Toledo es un caso, mas no el único», apuntó Federico Salazar, columnista del diario limeño ‘El Comercio’. El diario ‘Perú21’ trazó por su lado un paralelo entre los destinos de Toledo y Castillo. «Como el primer presidente indígena juró frente a los apus (espíritus) en Machu Picchu, Cusco, el primer líder campesino tuvo una liturgia simbólica en la Pampa de la Quinoa, Ayacucho. Los dos aspirantes contaron una buena historia. El humilde lustrabotas que estudió en Harvard y volvió para salvar al país de la dictadura. El silvestre profesor que dejó de criar gallinas para terminar con la pobreza en un país rico. Y, no obstante, siempre y en toda circunstancia se supo que los dos presidentes serían una trágica decepción».
Debilidad institucional
No han sido las únicas. Desde la caída de Fujimori, todos y cada uno de los presidentes que accedieron al Palacio Pizarro mediante elecciones amontonaron más de un expediente judicial. Pedro Pablo Kuczynski fue cooperador de «El Cholo» y rigió entre dos mil dieciseis y dos mil dieciocho, cuando se vio obligado a renunciar para no ser cesado por el Congreso. Es investigado por los aportes irregulares a lo largo de su campaña electoral. Alan García, el otro oponente fanático de Fujimori, fue contrincante de Toledo en los comicios de dos mil uno. «Me llaman Perú», cantaba en la campaña electoral. Su voz grave no le alcanzó para ganar en segunda vuelta. Debió aguardar hasta dos mil seis. El líder aprista asimismo fue salpicado por la corrupción. Decidió quitarse la vida con un disparo en la cabeza cuando la policía llamó a la puerta de su casa para detenerlo.
Exactamente el mismo día en que aterrizó Toledo, la presidente previsional, Dina Boluarte, tomó juramento a 4 ministros de Estado, entre ellos el de Justicia, Daniel Maurate. La fortuna de Boluarte pende de un delgado hilo que se puede recortar en cualquier instante. Conforme el portal ‘Hildebrandt en sus trece’, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) se apresta a difundir sus conclusiones sobre la opresión a las quejas contra el Gobierno interino que dejaron decenas y decenas de fallecidos. Se acusará a sus autoridades «de un uso desmedido de la fuerza mortal. Va a ser un duro golpe para Boluarte y sus aliados».