El aspartamo: ¿un edulcorante cancerígeno?

En el centro de debate se encuentra el aspartamo, un edulcorante presente en muchas bebidas y alimentos bajos en calorías. Recientemente, la Organización Mundial de la Salud y la Agencia Internacional de Investigaciones sobre Cáncer lo han clasificado como ‘posiblemente cancerígeno para los humanos’. Sin embargo, ¿qué significa realmente este veredicto?

No hay que caer en el alarmismo

Ante esta noticia, el investigador Nabil Djouder del CNIO advierte que no hay motivo para el pánico. No hay alimentos que, consumidos una sola vez, provoquen cáncer. Todo depende del riesgo asociado a cada compuesto y a la cantidad y frecuencia con la que se consumen.

Factores ambientales y genéticos en el cáncer

Para entender el debate sobre el aspartamo, es necesario comprender la complejidad del cáncer. Esta enfermedad es causada por mutaciones genéticas, pero también intervienen factores ambientales, como los hábitos de vida. Además, hay una parte del riesgo que depende de los genes y que no se puede controlar.

¿Qué pasa si nos excedemos con el aspartamo?

Aunque el aspartamo ha sido catalogado como ‘posiblemente cancerígeno’, las autoridades sanitarias recomiendan limitar su consumo a un máximo de 40 mg por kg de peso al día. Superar esta cantidad no implica necesariamente desarrollar cáncer. Los verdaderos riesgos están en la exposición crónica a ciertas sustancias, no en su consumo esporádico.

Aspartamo versus azúcar: ¿cuál es mejor?

El aspartamo se ha promocionado como una alternativa al azúcar y una herramienta contra la obesidad. Sin embargo, no existe una respuesta definitiva sobre qué es mejor. Lo importante es mantener un peso saludable, ya que la obesidad aumenta el riesgo de cáncer. Cualquier medida que ayude a mantener un peso correcto es beneficiosa.

Hábitos que aumentan el riesgo de cáncer

Aunque no hay una fórmula mágica para prevenir el cáncer, ciertos hábitos pueden aumentar el riesgo de padecerlo. Fumar, llevar una mala alimentación, tener un estilo de vida sedentario y estar sometido al estrés crónico son factores que se deben tener en cuenta. Es fundamental seguir investigando para comprender los mecanismos moleculares detrás de estos hábitos y cómo influyen en el desarrollo del cáncer.

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